Creemos que la única educación efectiva es la que establece un vínculo emocional entre el individuo y el conocimiento. Creemos que un estudiante feliz y estimulado siempre será un buen estudiante. Es por eso que debemos cambiar la relación vertical donde el maestro dice y el alumno escucha, por un ambiente horizontal, colaborativo y dinámico, donde los estudiantes son el centro del proceso.

Creemos que formar ciudadanos no significa convertir al estudiante en un ente productivo que se integre al mercado laboral, sino en un ser propositivo y emprendedor. ¿Cómo? Impulsando el desarrollo de las habilidades y aptitudes necesarias para resolver problemas y transformar el mundo al que pertenece: rediseñarlo, mejorarlo y vivir en él de manera armónica.

Creemos que la tecnología es la herramienta de formación. Los estudiantes no son simples usuarios, sino seres con creatividad que la utilizan para echar a andar procesos de cambio. Hacer es aprender.

Creemos que la escuela debe ser un reflejo de la vida y no sólo una preparación para ella. Por eso es necesario romper las barreras entre las asignaturas, y acercar a los estudiantes al conocimiento desde una perspectiva integral y global, a partir de problemas que le sean significativos.

Creemos que la escuela es el lugar donde se gestan las revoluciones del pensamiento. Si el mundo está llamado a evolucionar en el futuro, la escuela debe hacerlo en el presente.

Sabemos que el mundo está cambiando. Debemos evolucionar con él.